¿Qué es y cómo promover la disciplina positiva?, es una pregunta clave para aquellos interesados en la Educación, Pedagogía, Psicología educativa u otra carrera afín.
En este artículo explicamos qué es la disciplina positiva, por qué es considerada una forma efectiva para la enseñanza y aprendizaje, así como para aplicarla desde distintos roles y así transformar la realidad de las nuevas generaciones.
Disciplina positiva: ¿Qué es?
La disciplina positiva es una técnica educativa que busca transformar la manera en que nos relacionamos con niños y adolescentes. En lugar de castigos y gritos, esta metodología conexión, respeto mutuo y límites firmes, pero amables.
Los principios de esta forma se basa en educar con respeto, empatía y firmeza, dejando atrás los métodos autoritarios o permisivos.
No se trata solo de evitar castigos, sino de entender el comportamiento infantil, fortalecer la conexión emocional y guiar desde la conciencia, no desde el control. Las escuelas y familias adoptan este enfoque por sus resultados a largo plazo: seres humanos seguros, responsables y colaborativos.
La disciplina positiva reconoce al niño como un ser humano con sus propias necesidades y perspectivas, buscando empoderarlo para que tome decisiones responsables por sí mismo.
Bases ideológicas de este método de educación
El origen de la disciplina positiva responde como propuesta a los modelos educativos y de crianza autoritarios y punitivos que predominaban hasta el siglo XX.
Fue desarrollado y sistematizado principalmente por Jane Nelsen, educadora y doctora en Psicología Educativa, quien publicó en 1981 el libro Positive Discipline, dando nombre formal al enfoque.
Este concepto tiene sus raíces principalmente en la Psicología individual del psiquiatra austriaco Alfred Adler (finales del siglo XIX y principios del siglo XX) y fue posteriormente desarrollada y popularizada por figuras reconocidas, como Rudolf Dreikurs.
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Adler, en contraposición al psicoanálisis freudiano, enfatizó la importancia del contexto social y las relaciones interpersonales en el desarrollo de la personalidad y el comportamiento. Su teoría se centró en la necesidad humana fundamental de pertenencia y significancia.
Por su parte, Dreikurs continuó el trabajo de Adler, aplicando sus principios a la educación y la crianza. Observó que el mal comportamiento de los niños a menudo tiene un propósito social equivocado, buscando atención, poder o venganza. Su enfoque se dirigió a comprender estos propósitos subyacentes en lugar de simplemente castigar la conducta.
Jane Nelsen y Lynn Lott, a partir de la década de 1980, tomaron la teoría adleriana y la tradujeron en un programa práctico y accesible para padres y educadores, al que denominaron “disciplina positiva”.
Desarrollaron herramientas y técnicas específicas basadas en los principios de Adler y Dreikurs, enfatizando la amabilidad y la firmeza simultáneas, el respeto mutuo y la enseñanza de habilidades sociales y de vida.

Escuelas ideológicas que aportaron al enfoque positivo
Otras corrientes ideológicas que reforzaron este término es la educación democrática, influenciada por pensadores como John Dewey, esta corriente considera al niño como un sujeto activo en su aprendizaje.
También destaca la Psicología humanista, representada por Carl Rogers y Abraham Maslow, cuyo enfoque es valorar el potencial del individuo, su capacidad de autorregulación y el desarrollo de la autoestima.
Finalmente, está el Constructivismo, desarrollado por Jean Piaget y Lev Vygotsky, quienes sostienen que el aprendizaje se construye activamente mediante la experiencia y la interacción social.
Crianza y disciplina positiva
La disciplina positiva es una herramienta dentro del marco de la crianza positiva. Mientras que la crianza positiva abarca todo el proceso de acompañamiento del desarrollo infantil (alimentación emocional, comunicación, rutinas, vínculo, cuidado físico y emocional), la disciplina positiva se enfoca específicamente en la educación del comportamiento y la convivencia.
La crianza positiva parte del principio de que los niños se desarrollan de manera más saludable cuando crecen en entornos de afirmación emocional.
Este enfoque busca fortalecer el vínculo afectivo entre cuidadores y niños, fomentar su autonomía y autorregulación, y promover habilidades como la empatía, la resolución de conflictos, el autocontrol y el sentido de responsabilidad.

Ejemplos para fomentar la disciplina positiva
¿Cómo establecer rutinas y límites?
Un niño pequeño tiene dificultades para prepararse por la mañana para ir a la escuela, lo que genera estrés y retrasos.
Disciplina tradicional
El padre o maestro impone un horario estricto y regaña o castiga al niño por no cumplirlo.
Disciplina positiva
El adulto se sienta con el niño para crear juntos una rutina matutina visual (con imágenes o dibujos). Se discuten los pasos necesarios y se acuerdan los horarios de manera colaborativa. Si hay desviaciones, en lugar de castigar, se revisa la rutina juntos, buscando soluciones y recordando el acuerdo previo.
Validar emociones y enseñar autocontrol
El niño hace un berrinche porque no se le compró un juguete.
Disciplina tradicional
El tutor lo regaña y lo reprende frente a los demás sin cumplir con su petición.
Disciplina positiva
El tutor habla con él, diciendo: Entiendo que te sientas frustrado. A veces es difícil aceptar un no. ¿Quieres que respiremos juntos o prefieres estar un momento tranquilo?
Hacer preguntas en lugar de acusaciones
Dos hermanos discuten y uno le quita un juguete al otro, causando una pelea.
Disciplina tradicional
El adulto interviene inmediatamente, regaña al que quitó el juguete y le obliga a devolverlo, posiblemente castigándolo.
Disciplina positiva
El adulto se acerca con calma y hace preguntas a los niños: ¿Qué pasó?, ¿Qué podríamos hacer diferente la próxima vez? El objetivo es fomentar la comprensión de las perspectivas del otro, la identificación de los sentimientos y la búsqueda de soluciones conjuntas.
Enfocarse en soluciones
Un estudiante derrama accidentalmente pintura durante una actividad artística.
Disciplina tradicional
El maestro regaña al estudiante por ser descuidado y lo obliga a limpiar solo, posiblemente haciéndole sentir avergonzado.
Disciplina positiva
El maestro se acerca con empatía: “Oh, veo que se derramó la pintura. ¿Cómo podemos solucionarlo?”. Se involucra al estudiante en la limpieza, ofreciendo ayuda si es necesario.
Reparar el daño con acciones positivas
Un niño insulta a otro compañero.
Disciplina tradicional
El maestro o tutor lo reprende y aplica algún castigo.
Disciplina positiva
Sé que puedes encontrar una forma de enmendar esto. ¿Qué podrías hacer para ayudar a que tu compañero se sienta mejor?

Conclusión
Mientras la disciplina tradicional se enfoca en el control y la corrección inmediata a través de la autoridad y las consecuencias impuestas, la disciplina positiva se centra en la guía, la enseñanza y el desarrollo de habilidades internas a través del respeto y la conexión, buscando un cambio de comportamiento más profundo y duradero.