Lenguaje inclusivo: ¿Qué es?, y ejemplos para usarlo correctamente

¿Qué es exactamente el lenguaje inclusivo y cuáles son los ejemplos para usarlo correctamente? En este artículo, explicamos su significado, su importancia y mostramos ejemplos para aplicarlo correctamente en diferentes contextos.

Lenguaje inclusivo: ¿Qué es?, y ¿Cómo surge?

El concepto de lenguaje inclusivo ha tomado fuerza debido a diversos movimientos sociales, políticos y culturales durante finales del siglo XX y principios del siglo XXI, por lo que ha sido abordado por diversos organismos internacionales, como por ejemplo: 

De acuerdo con la United Nations Educational Scientific and Cultural Organization (Unesco), el lenguaje inclusivo de género es aquel que no discrimina a ningún género y que evita el uso del masculino genérico como forma de referencia universal.

Por su parte, la Real Academia Española (RAE) denomina este término como el conjunto de estrategias que buscan evitar el uso genérico del masculino gramatical, aunque muchas de estas propuestas no se ajustan a la morfología del español.

Mientras que el Instituto Cervantes lo define como un conjunto de recursos lingüísticos que aspiran a visibilizar a los diferentes géneros dentro del discurso, en un intento de adecuar el idioma a las nuevas sensibilidades sociales.

En síntesis, este concepto equivale a un conjunto de estrategias y recursos lingüísticos diseñados para evitar expresiones que refuercen sesgos de género o excluyan a ciertos grupos sociales. 

Su propósito es promover una comunicación más equitativa, asegurando que todas las identidades sean representadas en el discurso.

¿Cómo surgió: Tod@s, elles, chicxs?

Las adaptaciones y modificaciones del lenguaje español surgen como una respuesta a la evolución social y cultural de los siglos XX y XXI, especialmente en el marco de los movimientos feministas y de derechos humanos que cuestionan la desigualdad de género y la invisibilización de ciertos grupos en el lenguaje.

El lenguaje inclusivo se basa en la teoría de que el lenguaje no es neutral, sino que refleja y reproduce las estructuras de poder y las desigualdades sociales. 

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Esta idea está respaldada por la hipótesis de Sapir-Whorf, que sugiere que el lenguaje influye en la percepción de la realidad. Si el lenguaje excluye o invisibiliza a ciertos grupos, esto puede reforzar su marginalización.

Además, el lenguaje inclusivo se apoya en los estudios de género y la teoría Queer, que cuestionan las categorías binarias de género (hombre/mujer) y proponen un enfoque más fluido y diverso. Autores como Judith Butler (1990), en su obra Gender Trouble, han argumentado que el género es una construcción social y que el lenguaje juega un papel crucial en su perpetuación o deconstrucción.

A esto se le añade, autoras feministas como Dale Spender, en su libro “Man Made Language” (1980), que analizó cómo el lenguaje refleja y refuerza las desigualdades de género.

Ante este contexto, organismos internacionales como la ONU, la Unesco y la Unión Europea han promovido el uso de un lenguaje más inclusivo en sus documentos oficiales.

Finalmente, las redes sociales y los medios de comunicación han sido espacios donde se ha promovido y popularizado el lenguaje inclusivo, generando debates globales y contribuyendo a su normalización.

El lenguaje inclusivo busca eliminar exclusiones de género.

La controversia y el debate sobre el lenguaje inclusivo

De acuerdo con Gonzalo Celorio, escritor, editor, ensayista, narrador, catedrático y crítico literario mexicano, señala que existen alrededor de 500 millones hablantes de español como lengua materna, a su vez, hay 100 millones más, que tienen a la lengua española como segunda lengua.

“El español es la lengua de comunicación internacional que tiene el mayor número de hablantes, ya que la tienen como lengua materna en el mundo, ésta se habla en más de 20 países”, explica el especialista.

Ante este panorama, el lenguaje inclusivo ha generado debates y controversias. Algunos argumentan que es necesario para lograr una mayor igualdad y justicia social, mientras que otros lo consideran artificial o innecesario.

La Real Academia Española (RAE) ha expresado reservas sobre algunas formas del lenguaje inclusivo, argumentando que pueden dificultar la comunicación y la comprensión. Sin embargo, también reconoce la importancia de evitar el sexismo en el lenguaje.

También miembro correspondiente de la Real Academia Española, Celorio, asegura que debemos defender lo gramatical de nuestra lengua y oponernos a lo agramatical, “eso no significa que no estemos abiertos a los cambios y que no haya un deseo de visibilización de las mujeres”, asegura.

Ejemplos correctos e incorrectos del uso de este lenguaje 

Según el escritor, hay algunos desdoblamientos de la lengua y, por lo tanto, algunas palabras se utilizan con absoluta naturalidad. Actualmente, nadie se extraña al decir: las diputadas y los diputados, lo cual bastaría con decir: los diputados, porque al decirlo, no se marca alguna diferenciación y engloba al gremio, indica. 

En ese sentido, hay elementos a gramaticales, que se convierten en aberraciones, “porque si yo digo las y los diputados, pues ese “las” no tiene concordancia con diputados”, profundiza. 

Otro de los errores que se da al momento de incluir el lenguaje inclusivo dentro de la comunicación escrita, es que, al momento de tratar de ser inclusivos, sustituimos letras por símbolos, como por ejemplo al escribir: Todos, se sustituye por Tod@s, lo cual al momento de leerlo, carece de significado y es ilegible.

Por otro lado, los ejemplos que han pasado por un proceso de revisión y reconocimiento de organismos internacionales y que son correctos, destacan: En lugar de “los alumnos”, se emplea “el alumnado”; en lugar de “los ciudadanos”, se usa “la ciudadanía“.

Mientras que para evitar términos sexistas en profesiones y roles, se dice en lugar de “el hombre primitivo”, se usa “las sociedades primitivas”, así como, en lugar de “los médicos”, se prefiere “el personal médico”.

Alrededor de 500 millones de personas hablan el  idioma español.

Conclusión

Para Gonzalo Celorio, “Efectivamente ha habido una marginalidad de las mujeres a lo largo de los siglos, eso es lamentable, pero no creo, que ese problema se corrija cambiando el lenguaje de manera artificial. Se corrige evitando las desigualdades, en lo que se refiere a tratamientos salariales, a posibilidades de ascenso, entre otras cosas”, asegura.

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