Cínicos, estoicos, escépticos y epicúreos forman parte de la filosofía helenística, que es el conjunto de corrientes filosóficas que se caracterizan por su enfoque práctico, centrado en la búsqueda de la felicidad individual (eudaimonía) y la tranquilidad del alma (ataraxia).
Se llama helenística porque corresponde al periodo en que la cultura griega (o helénica) se expandió más allá de las fronteras tradicionales de Grecia, abarcando regiones de Egipto, Asia Menor, Siria, Mesopotamia y más.
Cinismo
Esta escuela filosófica tiene como objetivo alcanzar la libertad total a través de la renuncia a lo superfluo y una vida austera. Rechaza las convenciones sociales, tales como la riqueza, fama y poder: son ilusiones que corrompen al ser humano.
Una de las grandes premisas de esta escuela es que la virtud es el único bien necesario. Todo lo demás es innecesario y esclaviza. Promueve la autarquía (autosuficiencia) y la vida en armonía con la naturaleza, sin artificios ni lujos.
Su máximo exponente fue el filósofo Diógenes de Sinope (412–323 a.C.), quien pedía limosna a una estatua para “practicar el rechazo” y practicar la libertad (parrhesía).
Se cuenta que el rey, Alejandro Magno, estaba interesado en conocer al famoso filósofo. En una ocasión se produjo el encuentro, y Alejandro dijo: “Soy Alejandro”, a lo que Diógenes respondió: “Y yo Diógenes, el perro“.
El rey preguntó: “¿Por qué te llaman Diógenes, el perro?”, a lo que Diógenes le respondió: “Porque alabo a los que me dan, ladro a los que no me dan y a los malos les muerdo”.
Estoicismo
Esta escuela fue nutrida por pensamientos de diversos filósofos y pensadores tales como: Zenón de Citio (c. 334–262 a. C.), Cleantes, Crisipo, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.
Parte de la idea de que la naturaleza es racional y el universo está gobernado por un principio divino y ordenado: el Logos. En ese sentido, los hombres deben vivir conforme a la naturaleza (y la razón). Todo lo demás (salud, riqueza, fama) son “indiferentes”.
Campos requeridos*
El ser humano sabio acepta el destino tal como viene, con entereza y libertad interior. Esta aceptación se conoce como amor fati (amor al destino).
Una de sus máximas es que solo podemos controlar nuestras acciones y juicios, no los eventos externos. Al respecto, Epicteto, señala: “No es lo que ocurre lo que te afecta, sino tu juicio sobre ello.”
Se debe practicar la apatheia: el ideal de la libertad emocional frente a las pasiones desordenadas. En el ámbito político se menciona que todos los seres humanos son hermanos por compartir la razón.
Escepticismo
Establece la epoché, es decir, la suspensión del juicio: ni se afirma ni se niega nada de manera absoluta, por lo que cuestiona la posibilidad de alcanzar la verdad con certeza.
El escepticismo no niega la experiencia ni el mundo sensible, pero duda de las afirmaciones dogmáticas, debido a que la percepción y la razón son falibles.
Por lo anterior, critica toda afirmación mediante argumentos contrarios (tropos), como los de Agripa (dilema del criterio, regresión al infinito).
Siguiendo con esas ideas, los hombres deben de conducirse con la idea de que si nada puede conocerse con certeza, no hay motivo para angustiarse por opiniones dogmáticas. Cada cultura tiene sus propias costumbres; no hay una verdad universal.
Pirrón de Elis (c. 360–270 a. C.), asegura: “No afirmes nada, y tendrás paz.”
Epicureísmo
El placer (hedoné) es el principio y fin de la vida feliz. Pero no se trata de placeres sensuales desenfrenados, sino del placer como ausencia de dolor (aponía) y de perturbación del alma (ataraxia).
Su fundador: Epicuro de Samos (341–270 a.C.) clasifica los placeres de la siguiente manera: Placeres naturales y necesarios: comer, dormir, amistad; no necesarios: comidas lujosas; ni naturales ni necesarios: fama, poder.
Retoma la teoría atomista de Demócrito, considerando que el universo está compuesto de átomos y vacío. El alma también es material y se disuelve con la muerte, por lo que no hay que temerla.
La vida en comunidad epicúrea (El Jardín) promovía la amistad como refugio contra las perturbaciones sociales.
“El placer es el principio y el fin de una vida feliz”: Epicuro de Samos (341–270 a. C.)
La muerte no debe temerse, porque cuando estamos vivos, la muerte no está; y cuando ella está, nosotros ya no estamos.

Escuelas filosóficas para obtener tranquilidad en la vida
Este conjunto de ideas buscaban responder: ¿Cómo vivir bien en un mundo incierto?
Su ideal de ataraxia (tranquilidad del alma), respuesta que se afirma desde diferentes aspectos, por ejemplo en el Epicureísmo, mediante el placer moderado, Estoicismo, aceptando el destino, Escepticismo, dudando de todo, Cinismo, despreciando lo material.
Este conjunto de pensamientos coincide en la crítica a las convenciones sociales, sobre todo en el aspecto materialista y superfluo que llevan las personas.
A su vez, hay una clara influencia socrática. El cinismo surge de Antístenes (discípulo de Sócrates), mientras que el estoicismo y el escepticismo también retoman la mayéutica y la autocrítica.
Hasta el momento, los cínicos, estoicos, escépticos y epicúreos han sido parte de la Filosofía Helenística, en términos morales y éticos de las personas.
Ejemplos prácticos para enfrentar la adversidad
Si las personas enfrentan una difícil situación, puede poner en práctica las enseñanzas de las escuelas filosóficas, con los siguientes enfoques:
Epicúreo: “Evito el dolor buscando placeres simples, como la amistad“.
Estoico: “Acepto lo que no puedo cambiar y actúo con virtud“.
Escéptico: “Nada es seguro, así que no me perturbo“.
Cínico: “La riqueza y el poder son ilusiones; soy libre en mi pobreza“
Conclusión
La filosofía helenística conjunta respuestas distintas, pero complementarias, a un mismo problema: cómo vivir bien en un mundo incierto, cosmopolita y a menudo caótico, marcado por la pérdida del sentido de comunidad de la polis clásica.
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