La teoría del apego ha marcado un antes y un después en la Psicología del desarrollo humano. Formulada originalmente por el psiquiatra y psicoanalista británico John Bowlby, esta teoría sostiene que los vínculos afectivos tempranos entre los seres humanos —en especial entre un niño y su cuidador primario— desempeñan un papel esencial en la construcción de la personalidad, la salud mental y la forma en que se desarrollan las relaciones interpersonales a lo largo de la vida.
El apego no solo representa la necesidad de seguridad emocional en la infancia, sino que también proporciona una base sólida para explorar el mundo y afrontar la vida futura. En este artículo, exploraremos el origen, evolución y aplicaciones modernas de la teoría del apego, incluyendo los valiosos aportes de Mary Ainsworth y cómo su famoso experimento de la “Situación Extraña” complementó y expandió las ideas de Bowlby.
Origen de la teoría del apego
John Bowlby nació el 26 de febrero de 1907 en Londres, en el seno de una familia de clase alta británica. Su infancia estuvo marcada por una educación distante y rígida: fue criado por una niñera y enviado a un internado a la temprana edad de siete años, una experiencia que él mismo describió como traumática.
Estudió Medicina en el University College de Londres y más tarde se especializó en psiquiatría y psicoanálisis. Durante su formación, trabajó con niños con dificultades emocionales, lo cual despertó su interés por la relación entre las experiencias tempranas de apego y el desarrollo psicológico.
Bowlby ocupó cargos relevantes en el Tavistock Clinic de Londres y fue consultor en salud mental infantil para la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que le permitió publicar en 1951 su influyente informe Maternal Care and Mental Health.
A lo largo de su carrera, publicó una trilogía titulada Attachment and Loss (1969, 1973, 1980), que sentó las bases formales de la teoría del apego.
La teoría del apego surgió a mediados del siglo XX como una respuesta crítica a las teorías predominantes del momento, que centraban el desarrollo afectivo del niño en factores como la alimentación o las pulsiones inconscientes. Bowlby propuso un enfoque alternativo basado en la observación clínica y en evidencias de múltiples disciplinas, como la biología evolutiva, la psicología cognitiva y la etología.
La teoría cobró fuerza con la colaboración de Mary Ainsworth, una brillante psicóloga, quien más adelante desarrollaría herramientas empíricas para evaluar los tipos de apego.
Fundamentos teóricos del apego
Bowlby propuso que el apego es una necesidad biológica y evolutiva del ser humano, comparable en importancia con la alimentación o el sueño. La función principal del apego es garantizar la supervivencia del infante al promover la proximidad con un cuidador protector. El vínculo se activa especialmente en situaciones de miedo, dolor o incertidumbre, y proporciona un entorno emocional seguro desde el cual el niño puede explorar su entorno.
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Este sistema conductual se compone de señales innatas como el llanto, la sonrisa o el seguimiento visual, que están diseñadas para activar la respuesta protectora del adulto. Desde un enfoque etológico, Bowlby planteó que estas conductas no son el resultado del aprendizaje, sino patrones universales presentes en todas las culturas, con una clara función adaptativa.
Además, Bowlby incorporó elementos de la teoría del control cognitivo, proponiendo que el niño desarrolla representaciones mentales internas del cuidador, es decir, Modelos Operativos Internos, que sirven como guía en futuras relaciones interpersonales. Estas representaciones incluyen expectativas sobre la disponibilidad y sensibilidad del cuidador, así como la percepción del propio valor del niño como merecedor de atención y afecto.
Conceptos clave de la teoría del apego
Entre los pilares más reconocidos de la teoría del apego se encuentra el concepto de base segura, desarrollado en profundidad por Mary Ainsworth. Una figura de apego sensible y disponible proporciona al niño la seguridad emocional necesaria para explorar su entorno con confianza.
Cuando se interrumpe esta base segura, surgen patrones de ansiedad, evitación o ambivalencia que pueden afectar la estabilidad emocional del individuo.
Otro concepto fundamental es el de proximidad emocional. El sistema de apego se activa cuando el niño percibe una amenaza o una separación de su figura de apego. En tales momentos, buscará restablecer la cercanía física y emocional con el cuidador. Este comportamiento tiene como objetivo reducir el malestar y restaurar un estado emocional de equilibrio.
Finalmente, los Modelos Operativos Internos (MOI) son esquemas mentales que se forman a partir de las experiencias de interacción con los cuidadores. Estos modelos no solo organizan la memoria afectiva del individuo, sino que también influyen en su autoconcepto y en su forma de interpretar el comportamiento de los demás.
Bowlby afirmó que los MOI se almacenan principalmente en la memoria implícita, lo que significa que operan de manera inconsciente, pero influyen profundamente en la percepción, el comportamiento y las emociones. Los MOI se forman en la infancia, pero no son estáticos, pueden modificarse con nuevas experiencias significativas, especialmente en contextos de relaciones sanas o mediante intervenciones terapéuticas.
Etapas del desarrollo del apego
Bowlby identificó una secuencia de etapas a través de las cuales se forma y consolida el apego en los primeros años de vida. Estas etapas reflejan la progresión del niño desde una dependencia indiscriminada hacia una vinculación emocional específica y duradera:
- Fase de preapego (0 a 6 semanas): El recién nacido responde de manera positiva a los estímulos sociales, como la voz o el rostro humano, pero no muestra preferencia por ninguna figura en particular.
- Formación del apego (6 semanas a 6-8 meses): El bebé empieza a reconocer a su figura principal de cuidado y responde de forma diferenciada ante ella. Sin embargo, aún acepta cuidados de otros adultos sin mostrar ansiedad por separación.
- Apego propiamente dicho (6-8 meses a 18-24 meses): El niño muestra ansiedad ante la separación de su cuidador y protesta activamente. Busca proximidad y consuelo cuando se siente angustiado. Aquí se manifiestan los primeros signos claros de una figura de apego preferente.
- Relaciones recíprocas (desde los 2 años en adelante): A medida que se desarrolla el lenguaje y la capacidad cognitiva, el niño comienza a comprender las razones de la ausencia del cuidador y puede anticipar su regreso, lo cual le permite regular mejor sus emociones.
Estas fases reflejan cómo el apego no es un fenómeno instantáneo, sino un proceso evolutivo que se construye sobre la base de interacciones repetidas y sensibles entre el infante y su figura de apego.

Tipos de apego según Mary Ainsworth y Bowlby
Gracias al experimento de la “Situación Extraña” desarrollado por Mary Ainsworth en colaboración con Sylvia Bell, se identificaron inicialmente tres tipos de apego infantil.
Más adelante, Mary Main añadió una cuarta categoría. Estas tipologías se basan en el comportamiento observado de niños entre 12 y 18 meses frente a separaciones y reencuentros con su cuidador principal:
- Apego seguro: El niño se angustia cuando la madre se va, pero se calma rápidamente cuando vuelve. Usa al cuidador como base segura para explorar. Es el patrón más común y se asocia con cuidadores sensibles y disponibles.
- Apego inseguro-evitativo: El niño no muestra mucha angustia cuando el cuidador se va y evita el contacto al regreso. Este tipo de apego suele reflejar un historial de rechazo o falta de respuesta emocional por parte del cuidador.
- Apego inseguro-ambivalente: El niño se muestra muy angustiado por la separación y, al regresar la madre, busca consuelo, pero también muestra resistencia y dificultad para calmarse. Suele aparecer cuando los cuidadores son inconsistentes en su respuesta emocional.
- Apego desorganizado: Añadido por Mary Main, incluye comportamientos contradictorios, desorientados o extraños (como acercarse al cuidador con la mirada evitativa). Está asociado a contextos de abuso o trauma temprano.
Evaluación del apego en niños
La “Situación Extraña” de Ainsworth se convirtió en el instrumento estándar para evaluar el tipo de apego en la infancia temprana. Consiste en una serie de episodios estructurados que incluyen la entrada de un extraño, la separación del cuidador y los reencuentros, todo observado detrás de un espejo unidireccional.
Además de esta prueba, se han desarrollado otros instrumentos como la Escala de Seguridad (Security Scale), el Parental Bonding Instrument (PBI) y escalas observacionales utilizadas en contextos clínicos y comunitarios.
Estas herramientas permiten evaluar de manera objetiva la calidad del vínculo afectivo y detectar patrones que pueden derivar en dificultades conductuales o emocionales, permitiendo intervenciones tempranas.
Neurobiología del apego
Los avances en neurociencia han confirmado muchas de las hipótesis planteadas por Bowlby. Durante los primeros años de vida, el cerebro es altamente plástico y susceptible a las experiencias afectivas.
El establecimiento de un apego seguro estimula la maduración de áreas cerebrales vinculadas al control emocional, la empatía y la capacidad de establecer relaciones sociales.
Se ha comprobado que las interacciones tempranas moldean las conexiones sinápticas mediante mecanismos epigenéticos. Por ejemplo, un entorno cálido y estable puede activar genes relacionados con la resiliencia, mientras que la negligencia o el abuso pueden afectar negativamente el desarrollo del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, alterando la regulación del estrés.
Así, la neurobiología respalda la afirmación de que los vínculos primarios no solo tienen consecuencias psicológicas, sino que también determinan aspectos estructurales del desarrollo cerebral. Estas evidencias refuerzan la necesidad de intervenir precozmente cuando se detectan vínculos inseguros o desorganizados.

Apego y salud mental
La calidad del apego temprano está estrechamente relacionada con la salud mental a lo largo del ciclo vital. Un apego seguro se asocia con una mayor autoestima, regulación emocional adecuada, capacidad de empatía y relaciones interpersonales saludables.
En contraste, los apegos inseguros o desorganizados pueden constituir un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos afectivos, ansiedad, trastornos de la personalidad, conductas disfuncionales y dificultades para establecer relaciones duraderas.
Bowlby sostenía que la interrupción o carencia de un vínculo estable durante la infancia podía desencadenar en lo que denominó “privación materna”. Esta condición estaría relacionada con una mayor vulnerabilidad a trastornos como la depresión o los comportamientos antisociales.
Investigaciones contemporáneas han confirmado que el apego influye en la capacidad para enfrentar el estrés, procesar las emociones y establecer vínculos basados en la confianza.
Apego en la adolescencia y adultez
Durante la adolescencia, los vínculos afectivos atraviesan una reconfiguración significativa. El apego hacia los padres se transforma gradualmente, y los adolescentes comienzan a establecer relaciones más profundas con sus pares y otras figuras adultas. En esta etapa también puede emerger el conflicto entre la necesidad de autonomía y la búsqueda de seguridad emocional.
En la vida adulta, el apego sigue siendo un componente central en las relaciones íntimas. Las personas con un estilo de apego seguro tienden a establecer vínculos de pareja más estables, satisfactorios y basados en la reciprocidad.
Por el contrario, aquellos con estilos inseguros pueden experimentar miedo a la intimidad, dependencia excesiva o evitación emocional.Estudios recientes han señalado que el estilo de apego adulto está fuertemente influenciado por los MOI creados en la infancia, pero también por experiencias relacionales posteriores.
Las rupturas, pérdidas o vínculos reparadores pueden modificar la manera en que una persona se vincula afectivamente, abriendo la posibilidad de un crecimiento emocional incluso después de vivencias tempranas adversas.

Rol del cuidador principal
El cuidador principal, generalmente la madre, desempeña un papel esencial en la formación del apego seguro. Según Mary Ainsworth, la sensibilidad materna es el factor determinante: implica la capacidad del cuidador para percibir, interpretar correctamente y responder de manera oportuna y apropiada a las señales del infante.
Cuando estas respuestas son erráticas, excesivamente intrusivas o negligentes, pueden promover patrones inseguros o desorganizados. El apego no depende únicamente de la cantidad de tiempo compartido, sino de la calidad de la interacción emocional.
Diversos estudios neurobiológicos han demostrado que una respuesta sensible activa circuitos neuronales asociados al placer, la regulación emocional y la empatía. Así, el cuidador principal no solo protege físicamente al infante, sino que también estructura sus capacidades psíquicas fundamentales.
Apego múltiple: padre, hermanos y otros cuidadores
Aunque Bowlby inicialmente formuló el concepto de “monotropía”, que destaca la relación privilegiada con una figura principal de apego, investigaciones posteriores han demostrado que los niños pueden establecer vínculos significativos con múltiples figuras.
El padre, en muchos contextos contemporáneos, ha asumido un rol activo en la crianza y ha sido reconocido como figura de apego relevante, especialmente cuando cumple con funciones de protección, juego estructurado y soporte emocional. También los hermanos mayores, abuelos o cuidadores constantes pueden constituirse como figuras de apego subsidiarias, ofreciendo seguridad en la ausencia de la figura central.
El apego múltiple permite al niño desarrollar habilidades sociales más amplias y mayor flexibilidad emocional. Además, sirve como factor protector en casos de pérdida, enfermedad o separación de la figura principal.
Críticas y revisiones a la teoría del apego
A pesar de su impacto, la teoría del apego ha recibido críticas y ha sido objeto de revisión. Una de las más frecuentes apunta al concepto de monotropía, que privilegia excesivamente el vínculo con la madre biológica y no considera adecuadamente los contextos culturales donde la crianza es compartida o comunitaria.
Otras críticas señalan una visión excesivamente biologicista o determinista del desarrollo afectivo, subestimando la posibilidad de cambio a lo largo de la vida.
Asimismo, el diseño de investigaciones como la “Situación Extraña” ha sido cuestionado por su falta de validez en culturas no occidentales, donde la separación madre-hijo a tan temprana edad no es habitual y puede interpretarse de forma distinta.
A pesar de estas objeciones, la teoría ha sido enriquecida por aportes contemporáneos que integran el enfoque del apego con la neurociencia, la psicoterapia moderna, la pedagogía y la antropología. Esta evolución ha permitido una comprensión más contextualizada, dinámica y universal del vínculo afectivo humano.
Aplicaciones clínicas y educativas
La teoría del apego ha trascendido el ámbito teórico para convertirse en un marco de referencia esencial en contextos clínicos, educativos y sociales. En Psicoterapia, enfoques como la Terapia Basada en el Apego, la Terapia Focalizada en las Emociones (EFT) y la Psicoterapia Sensoriomotriz utilizan los principios del apego para comprender y sanar patrones relacionales disfuncionales.
En el campo de la educación, la teoría del apego ha servido para promover prácticas pedagógicas centradas en el vínculo. Se destaca la importancia del clima afectivo, la sensibilidad del docente y la estabilidad emocional como elementos esenciales para un aprendizaje significativo. Programas como “Vínculo Seguro” y “Círculo de Seguridad” han sido implementados en diversas partes del mundo con resultados positivos. Esto refuerza la idea de que garantizar un entorno seguro en los primeros años de vida es una inversión crucial en el desarrollo integral del ser humano.
Conclusión
La teoría del apego de John Bowlby, complementada y expandida por figuras como Mary Ainsworth, ha revolucionado nuestra comprensión de las relaciones humanas. Su enfoque multidisciplinar y su validación empírica la han consolidado como una de las teorías más influyentes en psicología del desarrollo.
Comprender el apego no solo permite prevenir y tratar alteraciones emocionales, sino que también ofrece herramientas para construir vínculos más saludables en todos los ámbitos de la vida. Hoy, más que nunca, su vigencia se hace evidente en la educación, la salud mental, la crianza y las políticas públicas.
El apego es el primer lenguaje emocional del ser humano y, como tal, constituye la base desde la cual cada individuo aprende a amar, confiar y sentirse digno de ser amado.
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