El desarrollo de los equipos de trabajo: Etapas y metodologías exitosas

El desarrollo de equipos de trabajo es esencial para cualquier empresa que desee prosperar en un entorno cada vez más competitivo. En este artículo exploramos las etapas de formación de un grupo, la importancia de tener objetivos claros y las mejores estrategias para fomentar un trabajo en equipo eficiente y colaborativo.

El trabajo en equipo es una de las habilidades más valoradas en el ámbito laboral actual: no se trata solamente de reunir a unas personas para asignarles tareas. Formar y desarrollar equipos de trabajo requiere de un conocimiento profundo de cómo funcionan los grupos, cómo se comunican sus integrantes y cómo superar los desafíos en cada etapa de su desarrollo.

Desde la formación del equipo hasta alcanzar su máximo rendimiento, cada fase es importante para construir grupos de trabajo eficientes y productivos. Conoce las claves para el éxito en el ámbito laboral.

El trabajo en equipo se refiere a la interacción de un grupo de personas para alcanzar un objetivo en común; esta colaboración combina diversas habilidades, experiencias y puntos de vista, que resulta en soluciones más creativas y eficientes.

Trabajar en equipo no sólo fomenta la productividad, también fortalece las relaciones interpersonales y la motivación de los empleados o colaboradores. Los equipos que están bien estructurados se adaptan mejor a los cambios, innovan más y contribuyen al éxito organizacional.

Los beneficios van más allá de solamente asignar tareas, éstos son los más importantes:

  • Mejora la comunicación: La comunicación clara y abierta entre los integrantes de un equipo promueve la resolución de los problemas de manera asertiva y evita los malentendidos.
  • Aumento de la productividad: Los equipos que trabajan de manera colaborativa dividen las tareas y aprovechan las fortalezas individuales, lo que aumenta la eficiencia y reduce los tiempos de entrega.
  • Mayor innovación: La diversidad de ideas y habilidades dentro de un equipo conduce a soluciones nuevas e impulsa la creatividad.
  • Apoyo mutuo: Los miembros del equipo pueden apoyarse, lo que ayuda a superar los obstáculos y reduce el estrés laboral. Esto incentiva un ambiente de trabajo positivo y solidario.

Trabajar en equipo es lograr las metas difíciles o que pudieran verse como imposibles de alcanzar, si se establecieran de forma individual.

Establecer objetivos claros, específicos, permite a los integrantes del equipo entender exactamente hacia dónde se dirige el grupo y qué se espera de cada uno de ellos.

Los objetivos actúan como una guía que mantiene al equipo enfocado y motivado. Además, ayudan a medir el éxito del equipo y ajustar las estrategias cuando sea necesario.

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Algunos ejemplos de objetivos efectivos en equipos de trabajo son:

  • Reducir el tiempo de entrega de los proyectos: Al asignar las tareas según las habilidades de cada integrante, se optimizan los recursos y se aceleran los procesos.
  • Innovar en productos o servicios: Incentivando sesiones de lluvia de ideas o brainstorming, y la colaboración entre distintas áreas del equipo, se generan ideas nuevas, que generan cambios importantes.
  • Mejorar la satisfacción del cliente: Una mejor coordinación y comunicación dentro del equipo, se traduce en un servicio más rápido y personalizado hacia los clientes, sean internos o externos.

El psicólogo Bruce Tuckman identificó cinco etapas clave por las que pasa un equipo de trabajo durante su desarrollo. Conocerlas ayuda a los líderes a guiar mejor a sus colaboradores y superar los desafíos propios de cada fase.

  • Formación: Es el primer paso en el desarrollo de un grupo. Los miembros se conocen, se definen los roles y se establecen las primeras reglas de comportamiento. En esta fase, el líder juega un rol fundamental al guiar al grupo y establecer un clima de confianza. Los objetivos suelen ser generales y la motivación es alta.
  • Conflicto (Tormenta): Durante la etapa de conflicto, los integrantes del equipo pueden experimentar desacuerdos y tensiones, mientras se ajustan a los diferentes estilos de trabajo y personalidades. Es una etapa normal y necesaria para la evolución del grupo, pues quedan claros los roles y expectativas.
  • Normalización: En esta etapa, el equipo comienza a trabajar de manera más unida. Se resuelven los conflictos y se establecen normas y procesos de trabajo que permiten una colaboración fluida. La confianza aumenta y se fortalecen las relaciones interpersonales.
  • Desempeño: En esta etapa, el equipo alcanza su máxima productividad. Los roles ya están claros, la comunicación es efectiva y todos están alineados hacia los objetivos principales. Se ve un flujo de trabajo constante y eficiente.
  • Disolución: También conocida como la etapa de cierre, es cuando el equipo completa su trabajo y se disuelve. Esta fase puede implicar la celebración del éxito y la reflexión sobre los aprendizajes adquiridos. Es el momento de evaluar el desempeño y preparar la transición hacia nuevos proyectos.

Aunque ya mencionamos las etapas originales de Tuckman, es importante mencionar que en 1977, Mary Ann Jensen y Tuckman añadieron una sexta etapa a su modelo: Transformación.

Esta etapa se enfoca en la evolución del equipo hacia nuevos desafíos y la adaptación a cambios importantes.

  1. Transformación: Esta etapa se centra en cómo el equipo se adapta y redefine sus objetivos ante nuevos desafíos. Es una fase importante para equipos que buscan innovar y mantenerse relevantes en un entorno cambiante.

Cómo se refleja en los equipos: Reconocer la etapa de transformación ayuda a los equipos a no estancarse y a seguir evolucionando: redefiniendo roles, cambiando estrategias o ajustando los objetivos para alinearse con nuevas realidades del mercado.

Las etapas y las metodologías son claves para el desarrollo de los equipos de trabajo.

Te presentamos otras metodologías valiosas para la formación y el desarrollo de los equipos de trabajo. Conócelas.

El modelo Belbin, creado por el investigador y consultor en equipos de gestión Meredith Belbin, es una herramienta fundamental en la construcción de equipos.

Él identificó nueve roles de equipo que describen diferentes comportamientos que las personas exhiben cuando trabajan en grupos. Estos roles son:

  • Coordinador: Líder natural que organiza tareas.
  • Implementador: Hace que las ideas se conviertan en acciones concretas.
  • Cerebro: Pensador creativo e innovador del equipo.
  • Monitor Evaluador: Analiza las opciones de manera crítica.
  • Trabajador de Equipo: Promueve la colaboración y armonía.
  • Finalizador: Detallista, asegura la calidad de las tareas.
  • Investigador de Recursos: Trae nuevas ideas y conecta con personas externas.
  • Especialista: Aporta conocimientos técnicos específicos.
  • Impulsor: Enérgico, impulsa al equipo hacia adelante y desafía la inercia.

Al asignar los roles específicos como el Coordinador, el Implementador o el Cerebro, los líderes pueden maximizar la eficacia del equipo, aprovechando las fortalezas individuales y equilibrando las debilidades.

Ejemplo: En una empresa de tecnología, un equipo desarrolló un nuevo software. El líder asignó el rol de “Cerebro” al miembro más creativo y el de “Implementador” a la persona más organizada.

Esto permitió una combinación ideal donde las ideas innovadoras se convirtieron en acciones concretas, logrando el lanzamiento del software en tiempo récord.

El modelo de Liderazgo Situacional se centra en la adaptabilidad del liderazgo según la madurez y competencia del equipo. Paul Hersey (científico del comportamiento y empresario) y Ken Blanchard (escritor y experto en management) proponen cuatro estilos de liderazgo que deben adaptarse según la situación del equipo:

  • Dirigir (S1): Liderazgo enfocado en tareas y guía constante, ideal para equipos nuevos o en formación.
  • Persuadir (S2): Combinación de guía y motivación, adecuado para equipos que necesitan apoyo extra para superar desafíos iniciales.
  • Participar (S3): El líder se centra más en la relación y menos en las tareas, adecuado para equipos en la etapa de normalización.
  • Delegar (S4): El equipo es capaz de tomar decisiones independientes, ideal para equipos maduros en la etapa de desempeño.

Ejemplo: En un equipo de ventas recién formado, el líder adoptó un estilo directivo (S1) para guiar a los novatos. A medida que el equipo ganó experiencia, el liderazgo se movió hacia un estilo más participativo (S3), permitiendo que los miembros tomaran decisiones autónomas y contribuyeran con nuevas estrategias de ventas.

El escritor y experto en administración de empresas, Patrick Lencioni, destaca cinco disfunciones comunes que afectan a los equipos y propone estrategias para superarlas:

  • Ausencia de confianza: Se soluciona fomentando la apertura entre los miembros del equipo.
  • Miedo al conflicto: Se resuelve al promover un ambiente donde el conflicto saludable sea visto como una oportunidad de crecimiento.
  • Falta de compromiso: La solución es asegurarse de que todos los integrantes estén alineados y comprometidos con las decisiones del equipo.
  • Evitar responsabilidades: Se soluciona estableciendo expectativas claras y responsabilizando a los miembros por sus acciones.
  • Falta de atención a los resultados: Se soluciona enfocándose en los objetivos colectivos en lugar de metas individuales.

Ejemplo: Este modelo es útil para diagnosticar y corregir problemas dentro del equipo. Trabajar en las disfunciones ayuda a fortalecer la cohesión y mejora la capacidad del equipo para alcanzar sus objetivos.

El método GRPI (Goals, Roles, Processes, Interpersonal Relationships) de Richard Beckhard, fundador del desarrollo organizacional y pionero en la administración del cambio, se centra en estas cuatro áreas clave para construir un equipo exitoso:

  • Objetivos (Goals): Establecer metas claras y compartidas.
  • Roles (Roles): Definir responsabilidades y roles específicos dentro del equipo.
  • Procesos (Processes): Desarrollar procesos de trabajo eficientes y transparentes.
  • Relaciones Interpersonales (Interpersonal Relationships): Fomentar relaciones saludables y constructivas.

Este modelo es particularmente útil durante la fase de formación y normalización del equipo. Asegurar que estos cuatro elementos estén alineados puede prevenir problemas comunes y promover una colaboración efectiva desde el inicio.

Ejemplo: En un equipo de diseño gráfico, la falta de claridad en los roles y procesos estaba retrasando los entregables. Aplicando GRPI, se redefinieron las responsabilidades, se establecieron objetivos claros y se mejoraron los procesos de trabajo, lo que resultó en un equipo más coordinado y productivo.

Ajustar las metodologías de desarrollo de los equipos de trabajo maximiza el éxito de la empresa.

El desarrollo de equipos de trabajo no se limita a una sola metodología. Integrar enfoques como los modelos de Belbin, Hersey y Blanchard, Lencioni y Beckhard con las etapas de Tuckman, proporciona un marco completo para construir equipos efectivos.

Evaluar constantemente la dinámica del grupo y ajustar las estrategias según las necesidades de los miembros ayudará a maximizar la cohesión, la comunicación y la productividad.

La clave está en crear un entorno donde cada persona pueda aportar lo mejor de sí mismo y juntos alcanzar resultados extraordinarios. ¿Tú, qué opinas?

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